jueves, 16 de junio de 2011

Japón, fotografía...





Escrito por David Pazos

Hay imágenes que lo dicen todo, que nos provocan tantas y tantas sensaciones que las palabras sobran. Para un fotógrafo seguramente lo más difícil de captar no sea el momento, sino todo lo que lo rodea; el antes, el después, lo que ocurre entre medias. La fotografía de un paisaje puede no decir gran cosa, pero si conseguimos que los colores salgan por los bordes del papel y que atraviesen el marco, quizás puedan encontrar un hueco a nuestro lado, echar raíces. Eso es lo que ocurre cuando un maestro fotógrafo como el japonés  Takaki Hashimoto coloca el ojo en el visor. Sus imágenes de horizontes y mares azules nos hacen recordar que el 3D está en nuestra cabeza, en nuestro potente ordenador de a bordo. Mirando una y otra vez su obra puedo ver como las olas tienen movimiento real; casi pareciera que van directamente hacia nosotros. Su forma de jugar con las luces hace que la amalgama de tonos de un mismo color parezca un juego de niños y la manera en que consigue dibujar los pliegues de las olas nos demuestra que la fotografía realmente puede llegar a ser pintura, pintura de luz con texturas. Hay personas que simplemente tiene el poder de transmitirnos la agradable sensación de que pase lo que pase, el mundo no ha cambiado nada,  de que a pesar de la locura tecnológica hay momentos para disfrutar del paisaje primigenio y evadirnos por completo de la sociedad, de reflexionar un poquito y  he intentar mejorar el día de mañana.

Lanzo una serie de preguntas al aire, aunque posiblemente no encuentre respuesta tan facilmente: ¿la calidez de ciertas imágenes, la potencia que emanan algunas instantáneas que vemos a diario sobre Japón y de Japón, influyen sobre nuestra visión de este país? ¿De que manera lo hacen?  ¿Ocurre lo mismo cuando los propios nipones contemplan determinadas fotografías de su país? ¿Como se ven ellos mismo...?










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