martes, 22 de marzo de 2011

La katana, el mito del Japón moderno


 Escrito por Carla Santiago


Aunque hay diferentes versiones sobre cómo llegaron las katanas a Japón y la documentación indica diversas dataciones, parece ser que entraron desde China como regalo a la reina Himeko en el año 240. A partir del 280 cantidades elevadas de estas fueron importadas; no fue si no hasta el siglo V que comenzaron a forjar sus propias katanas. A estas katanas  rectas y con filo en un solo lado se las denominaba Chokuto y se forjaron hasta el siglo VIII cuando comenzaron a forjarse las espadas Tachi (alargada, curva y con filo en un solo lado). Hubo varios tipos intermedios de katana que jugaban con dobles filos y diferentes longitudes sin embargo no tuvieron el mismo éxito ni encanto. Realmente las Tachi no se usaban en combate sino  que se usaba el sable katana propiamente dicho (con mucha menos ornamentación) y el wakizashi, mucho más corto y con la posibilidad de usarse con una sola mano.
 
Resulta curioso que siendo un producto llegado de China hoy por hoy es un símbolo de la identidad japonesa. No tengo noticia de ningún otro tipo de espada que a lo largo de su historia haya sido objeto de tanta admiración, miedo y elaboración de leyendas. En la tradición popular este tipo de sable no es sólo un arma, sino un compañero del guerrero con alma propia.

La creación de una espada de modo tradicional es un arte, que no solo necesita de mucho tiempo y esfuerzo para su nacimiento sino que precisa de una sensibilidad especial. Resumiendo mucho, se necesita doblar y golpear un número increíble de veces, calentar carbón y limadura de hierro a una temperatura específica, romper el horno donde se hace para liberar la aleación sólo para tener un principio de espada, luego, hay que templarla, lijarla, y acabarla. Hoy en día existen métodos y medios que facilitan el trabajo pero resulta insólito que en torno al año 1200 los maestros armeros japoneses lograsen hacer todo esto con la exactitud necesaria como para que una katana no fuera excesivamente liviana ni demasiado pesada y sobre todo con el punto necesario de dureza como para que pudiese cortar al enemigo sin que la espada sufra el menor daño. A quien le interese la elaboración tradicional de las katanas le recomiendo el documental “La espada del samurai”, donde enseñan todo el proceso con detalle.

Es imposible pensar en una katana y desligarla de la figura del samurai. Todos tenemos en la cabeza la imagen romántica del hombre fiero y valiente dispuesto a morir por honor. Uno de los samurais más famosos fue Miyamoto Musashi, autor del libro de los cinco anillos. Este samurai participó en muchísimas batallas y se batió en duelo más de 30 veces sin ser jamás derrotado. De hecho murió a una edad avanzada.
Las leyendas sobre samurais nos muestran a hombres a imitar, gente que vivía y moría por la espada. Por supuesto, como toda leyenda, es una idealización.

Parece un poco irreal que en 1876 en un afán de modernización se dictase el decreto Haitorei que prohibía llevar espadas a todo el mundo excepto a la policía, a algunos oficiales importantes y a algún gran daimyo. Aunque fue un decreto muy impopular poco a poco las katanas se fueron relegando a los museos mientras entraban en Japón otras armas más actuales como los rifles y las ametralladoras.

¿Cómo llegaron las katanas a ser casi un símbolo de lo japonés? Pues con la Segunda Guerra Mundial. Uno lucha mejor con el ánimo elevado y la autoestima por las nubes y a alguien no se le ocurrió mejor idea que hacer sentir a los soldados japoneses como fieros samurais que luchaban por el honor de su país. Eso se consiguió dándoles una katana, que realmente no usaban, pero que incluso los kamikazes tenían. La inmensa mayoría eran artículos de baja calidad que no hubieran resistido una batalla real pero algunas eran auténticas piezas de arte con valor histórico transmitidas de generación en generación en la familia del soldado que la portaba. Añadiendo la tradición bélica y la importancia del honor en un país que luchaba por mantener su identidad no perdiendo una guerra, obtienes un guerrero dispuesto a dar lo mejor de sí en cualquier batalla. Por que la diferencia era esa: sentirse un guerrero, no un soldado.

Estas espadas ya produjeron una extraña fascinación entre los soldados estadounidenses, que al finalizar la guerra las requisaron, robaron y sacaron del país de una manera, digamos, poco limpia.
A día de hoy nos llegan además esas extrañas leyendas venidas de oriente que nos hablan de espadas con alma, hombres que cortaban la cabeza de los condenados a muerte para probar sus espadas y la atracción se hace irresistible.

En los animes y mangas se ven personajes que blanden espadas y que siguen estrictos entrenamientos para usarlas lo mejor posible. Personas que siguen códigos de honor que pueden parecer imposibles y no puedo evitar pensar que los japoneses sienten la misma fascinación por la katana que siento yo en el otro lado del mundo, con el valor añadido de que ellos pueden sentir el orgullo de saber que esa magnífica espada forma parte de su historia y seguramente de su propia identidad.


 Imágenes ilustrativas













sábado, 12 de marzo de 2011

Reflexiones


Escrito por David Pazos

Cuando se habla de Japón siempre tenemos en mente su cultura, pero hoy quiero plantear una reflexión que quizás para muchos se extremista y disparatada.
Los nipones tienen un fuerte arraigo a sus tradiciones. Son conscientes de que su historia ha cambiado con el mundo pero a un ritmo lento en comparación con Occidente. Es posible que en los últimos cincuenta años este país se haya convertido en uno de los más innovadores del planeta a ojos de un ciudadano europeo o americano, pero la realidad es que no ha cambiado en absoluto. 

Su innovación es precisamente conservar sus tradiciones y su cultura milenaria. Una fusión de lo moderno y lo antiguo que hace posible que cada vez que vemos o leemos algo sobre el país del Sol Naciente, nos quedemos atónitos al contemplar como venerar a los kamis y como respetan la naturaleza (los Kamis están ligados fuertemente con lo que en Europa llamamos Gaia o Madre Tierra).
 
Se me ocurre pensar que para los japoneses su cultura y sus tradiciones  están tan ligadas que consideran subconscientemente que es lo mismo. Tienen motivos para ello puesto,  qué no entienden una cosa sin la otra y sus vidas se rigen por esa cultura y tradiciones, produciendo un efecto curioso: una sociedad neurótica,, metafóricamente hablando, en el que el grupo, prima sobre lo individual  y hay un servilismo que  a los extranjeros nos inquieta pero que está en la memoria histórica de cada uno de los japoneses. Prácticas y rituales que han pasado de generación en generación, y que es entendida no como un acto de menosprecio sino de compromiso entre jefe y trabajador. El "voy a dar todo lo que tengo" que tanto escuchamos en animes y mangas es realmente eso, yo me comprometo a hacer mi trabajo como es debido, por qué así es como debe de ser y por qué me debo a quien me está dando trabajo. Es posible que sea una reminiscencia de señor feudal japonés...
 
Los que vivimos en esta parte del mundo consideramos que cultura y tradición son diferentes. La tradición es propia de cada zona o país, pero la cultura es la misma sin importar las tradiciones de la región o continente, por lo tanto hay una clara diferencia entre ambas cosas, que no necesitan apoyarse entre ellas para sobrevivir. Japón es diferente, viven en armonía una con la otra y son igual de necesarias. Por eso cuando ahora vuelvo a ver Blade Runner, ese ambiente futurista medieval, es la  viva imagen de un Japón que avanza a pasos agigantados, y que conserva su esencia, hasta tal punto, que me atrevo a decir y a contradecir a los que sostienen que Japón se ha occidentalizado. 

Japón sigue siendo Japón. Crean su propia historia y la reinventan cada vez de una manera diferente pero con la misma base, y así será siempre, por qué eso es lo que nos gusta de este país, su constante cambio sin dejar de lado su fe en lo antiguo, ya que es lo que les da esa fuerza para seguir adelante.




 

miércoles, 9 de marzo de 2011

Huérfanos en el anime: Consideraciones sobre ser huérfano en Japón





Escrito po Carla Santiago

Parándome a analizar algunos de los animes y mangas que he visto me he dado cuenta de que hay varios elementos que se repiten de manera frecuente. De esos elementos el que más me llama la atención es que muchos de los personajes carecen de una familia y se ven forzados a salir adelante solos. ¿Es simplemente un recurso para justificar las idas y venidas de personajes muy jóvenes sin que tengan que dar cuenta a nadie? ¿Una manera simple de explicar un carácter difícil?

Puede ser pero se repite en cantidad de animes como Sailor Moon, Bleach, Evangelion, Saint Seiya, Fullmetal Panic, Fullmetal Alchemist, Code Geass, Dragon Ball, Detective Conan... 

Un punto en común con todas estas series es la importancia del honor y el valor (en Saint Seiya, Fullmetal Alchemist por ejemplo es un elemento crucial). Es algo bastante normal teniendo en cuenta la importancia de la historia militar japonesa y la vital trascendencia del honor en esta.



Por supuesto hay matices diferentes en todas las series pero normalmente se observa que los personajes que salen adelante solos tienen un carácter fuerte y a la vez se alaba y exalta su capacidad de sacrificio y su sentido del deber para con los suyos. Sin duda por la dureza de no tener una infancia normal con las comodidades y facilidades que da una familia.



Hay un caso en particular que siempre me ha llamado la atención, es el de Kojiro Hyuga (Mark Lenders) de Captain Tsubasa. Siendo un niño pierde a su padre y el negocio familiar quiebra, aunque en este caso sí tiene una madre, tiene que ponerse a trabajar además de cuidar de sus hermanos pequeños. Desde el principio se le muestra como un chico de carácter fuerte y podría entenderse como el malo de la serie pero con el paso de los capítulos se observa que aunque se critica su carácter individualista se alaba la manera de cuidar de su familia y el esfuerzo que hace para ser lo mejor posible. Incluso a veces me da la sensación de que es una crítica al exceso de exigencia de la sociedad desde la más tierna infancia. En uno de los capítulos se ve claramente cómo el chico no puede con la presión de trabajar, entrenar y conservar una beca para no dar problemas a su madre que trabajaba muchísimo para mantenerle a él y a sus hermanos; acaba enfermando. Tal vez lo que más se le reprueba a este personaje es una cierta falta de “honor” y su poca capacidad para en trabajo en equipo en los primeros capítulos de la serie aunque con el avance de los acontecimientos se demuestre que eso no es totalmente cierto. Puede que a la par que se reprocha el exceso de exigencia de la sociedad se ensalce la capacidad del individuo para sobreponerse a las dificultades y cumplir con todas las expectativas sin pedir ayuda a nadie. Eso es algo que me choca en una sociedad tan poco individualista como la japonesa, en la que uno pertenece a la empresa y casi debe guardarle la misma fidelidad que a su propia familia.



En ese aspecto también me recuerda a Fullmetal Alchemist donde se ensalza que Ed nunca llore, ni se queje cuando le conectan sus prótesis (no lo hace porque según el propio Ed no tiene derecho a hacerlo ya que Al no se queja de haber perdido todo su cuerpo). No suele pedir ayuda y carga con una misión casi imposible.



En Code Geass se pone de manifiesto lo mucho que Lelouch cuida de su hermana ciega y paralítica. A Lelouch se le muestra como un chico que a fuerza de tener que ocultarse de su propia familia ha tenido que desarrollar mucho su inteligencia. Su amigo y rival Suzaku Kururugi tampoco tiene familia y aunque es un chico bueno y afectuoso también se le muestra como una persona decidida y valiente. Ambos amables con la hermana de Lelouch (Nunally) y sin embargo capaces de salir adelante solos.
Esto podría venir de la escasa consideración que tienen los orfanatos en Japón, lugar donde hasta hace muy poco había un número muy pequeño de adopciones y hay poco apoyo económico por parte de la administración japonesa a los orfanatos públicos. Aunque después de la segunda guerra mundial se potenciaron las adopciones, debido al elevado número de huérfanos, parece existir algo de miedo a los problemas que puede tener un hijo adoptado o a la escasa aceptación del entorno. Tampoco existen demasiados hogares de acogida. De hecho, la legislación sobre hogares de acogida es muy reciente y es algo que parece chocar en la sociedad japonesa, ya que resulta complicado aceptar estar al cuidado de unos niños que no son de tu familia y que en muchos casos tiene otros padres en una sociedad que vincula la familia a la consanguinidad.

Por todo esto, tras analizarlo creo que existe una cierta admiración hacia las personas que salen adelante solas y que, en cierto sentido, dejan en evidencia una sociedad que pretende ser demasiado dura y exigente con el individuo.
Puede que en el fondo a los japoneses no les guste ser homogéneos.