jueves, 23 de diciembre de 2010

De Taro Okamoto a Yotsuba





Escrito por David Pazos

No es de extrañar que muchos artistas japoneses, decidan que en sus obras tendrán un componente social y una carga crítica importante. Lo hizo en su momento un gran artista como Taro Okamoto cuando presentó su Torre del Sol para la Exoposición Universal de Osaka en el año 1970. El pasado, presente y futuro de la humanidad estaba reflejado en cada una de sus obras y sobre ellas planeaba al mismo tiempo una descarada crítica hacia aquellos que ignoraban y no deseaban ver hacia donde nos dirigíamos y los cambios que debíamos hacer para que el mundo tal como lo conocemos no desapareciera. Como Taro Okamoto, en Japón hay cientos de artistas que siguen su estela, ya sea crando manga o arquitectura, escultura... Ellos ponen de manifiesto, algunos de una manera más tosca, el concepto que nos quieren hacer ver y comprender. Otros lo hacen de forma más sencilla como el famoso Mangaka Naoki Urasawa que desde las páginas de sus manga pone de manifiesto la onda preocupación sobre la mente humana y los oscuros recovecos que en ella hay.





Otros mangakas centran su crítica de manera mucho más clara, aunque mucha gente no quiera verlo, en los tomos de sus obras y publican esa fuerte crítica a la sociedad japonesa moderna.
Pondré dos claros ejemplos. Dos mangas que a priori no tienen mucho que ver,  pero que sin embargo son mucho más parecidos de lo que podríamos pensar: Shin-chan y Yotsuba!


En el caso de Shin-chan, vemos como una familia de clase media, tirando a baja, lucha día a día en una sociedad que pone muy difíciles las cosas, que pone trampas y juegas malas pasadas. Situaciones que en un principio parecen inverosímiles deben ser tan reales como la vida misma en un país coko Japón. Un padre de familia que trabaja en una oficina de sol a sol y que por las noches se emborracha con sus compañeros de trabajo y su jefe. Un hombre sumiso que disfruta con las cosas pequeñas de la vida como ver en la tele un programa con “chicas guapas”. Una madre que odia la vida que debe llevar desde que se casó y despotrica y riñe constantemente a su hijo Shin-chan. 
Shin-chan es es todo lo que realmente debe ser un niño, travieso, ocurrente, entrometido y por supuesto y como mandan los cánones de la sociedad actual, algo deslenguado y un poco maleducado. 





Sin embargo desde su inocencia, este crío dice verdades como puños, tanto a su madre como a su padre, incluso a profesores y a todo aquel que de alguna manera intenta jugar sucio, algo que, desafortunadamente abunda hoy en día (no solo en Japón). Dicen los expertos que este mana y anime reflejan de manera espectacular el día a día de una familia “normal” japonesa. Algún día lo comprobaré personalemente, o por lo menos lo intentaré.

Por otra parte tenemos a Yotsuba, un manga que habla de una pequeña de pelo verde que quiere aprender, quiere jugar y quiere ser amiga de todos. A primera vista nadie diría que es una crítica a la sociedad japonesa. Pero claro, ¿como debe ser la vida en un barrio residencial japonés? como el que vive Yotsuba. Inpersonal, sin que nadie se hable cuando se cruzan. Cada uno a lo suyo y si te he visto no me acuerdo. De repente aparece una niña que gasta bromas, que habla con todo el mundo y que quiere entablar amistad con la gente; sean estos adultos o niños. 
Yotsuba vive sola con su padre y una amigo de este que lo visita diariamente y juegan juntos con la cría. Cualquiera podría decir que la niña vive en una familia desetructurada, pero sin embargo el padre lo que intenta con la pequeñaja es precisamente inculcarle ese afán de sabiduría y ganas de aprender sobre todo aquello que ve o se le pasa por la cabeza. Seguramente en una sociedad como la japonesa en la que la madre es la que se preocupa en la mayoría de los casos de la educación de sus hijos, chocará bastante este argumento tan fuera de lo normal.

En definitiva. Hay muchas formas de crítica social, pero seguramente es en el manga y en el anime en donde más claramente se ve reflejado hoy en día esa crítica. La magnitud de difusión de un manga siempre será mayor que la de un artista que hace instalaciones en museo que cobran un precio abusivo. Algunos hablan de destrucción ecológica, otros de conciencia social y otros de la deshumanización de la sociedad nipona. Lo que está claro es que los aficionados  al manga leemos muchos más contenidos críticos de los que en  un principio pensamos. 











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