Escrito por David Pazos
Cuando se habla de Japón siempre tenemos en mente su cultura, pero hoy quiero plantear una reflexión que quizás para muchos se extremista y disparatada.
Los nipones tienen un fuerte arraigo a sus tradiciones. Son conscientes de que su historia ha cambiado con el mundo pero a un ritmo lento en comparación con Occidente. Es posible que en los últimos cincuenta años este país se haya convertido en uno de los más innovadores del planeta a ojos de un ciudadano europeo o americano, pero la realidad es que no ha cambiado en absoluto.
Su innovación es precisamente conservar sus tradiciones y su cultura milenaria. Una fusión de lo moderno y lo antiguo que hace posible que cada vez que vemos o leemos algo sobre el país del Sol Naciente, nos quedemos atónitos al contemplar como venerar a los kamis y como respetan la naturaleza (los Kamis están ligados fuertemente con lo que en Europa llamamos Gaia o Madre Tierra).
Se me ocurre pensar que para los japoneses su cultura y sus tradiciones están tan ligadas que consideran subconscientemente que es lo mismo. Tienen motivos para ello puesto, qué no entienden una cosa sin la otra y sus vidas se rigen por esa cultura y tradiciones, produciendo un efecto curioso: una sociedad neurótica,, metafóricamente hablando, en el que el grupo, prima sobre lo individual y hay un servilismo que a los extranjeros nos inquieta pero que está en la memoria histórica de cada uno de los japoneses. Prácticas y rituales que han pasado de generación en generación, y que es entendida no como un acto de menosprecio sino de compromiso entre jefe y trabajador. El "voy a dar todo lo que tengo" que tanto escuchamos en animes y mangas es realmente eso, yo me comprometo a hacer mi trabajo como es debido, por qué así es como debe de ser y por qué me debo a quien me está dando trabajo. Es posible que sea una reminiscencia de señor feudal japonés...
Los que vivimos en esta parte del mundo consideramos que cultura y tradición son diferentes. La tradición es propia de cada zona o país, pero la cultura es la misma sin importar las tradiciones de la región o continente, por lo tanto hay una clara diferencia entre ambas cosas, que no necesitan apoyarse entre ellas para sobrevivir. Japón es diferente, viven en armonía una con la otra y son igual de necesarias. Por eso cuando ahora vuelvo a ver Blade Runner, ese ambiente futurista medieval, es la viva imagen de un Japón que avanza a pasos agigantados, y que conserva su esencia, hasta tal punto, que me atrevo a decir y a contradecir a los que sostienen que Japón se ha occidentalizado.
Japón sigue siendo Japón. Crean su propia historia y la reinventan cada vez de una manera diferente pero con la misma base, y así será siempre, por qué eso es lo que nos gusta de este país, su constante cambio sin dejar de lado su fe en lo antiguo, ya que es lo que les da esa fuerza para seguir adelante.
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