martes, 31 de mayo de 2011

Nuevos comienzos, etiquetas y acero

Escrito por GARI

Bueno, trás 5 meses de ausencia retomo el Proyecto cargado de energía y con mucha ilusión, pido disculpas por mi prolongada ausencia ya que me vi superado por más proyectos que no podía desatender.

Como punto intermedio entre la evolución del shōnen y el siguiente tema hoy quiero hacer una mención especial a un manga que me ha marcado mucho, Full Metal Alchemist.


Los pasados días tuve por fin en mis manos el tomo nº 27 de Full Metal Alchemist (a partir de ahora FMA), editado en España por Norma Editorial. Si bien la serie en Japón acabó ya hace meses y copias digitales pululaban por internet, desde que comencé a leerlo me auto-impuse la norma de leerlo en papel, una obra tan sublime no merece otro trato. Al concluir la obra no me queda otra cosa que aportar a esta magnífica obra de arte en todos los sentidos.


Para quien no conozca este manga decir que FMA, nos plantea la historia de 2 hermanos Edward y Alphonse Elric; 2 alquimistas que rompieron el más grandes de los tabús al intentar resucitar a su difunta madre, la trasmutación humana. Como consecuencia de esto Alphonse perdió su cuerpo y Edward su pierna izquierda, a cambio de recuperar el alma de su hermano y pegarla a una vieja armadura Edward sacrifica su brazo derecho. Todo se debe al primer principio de la alquimia, el principio de equivalencia de intercambio que dice “Para obtener algo siempre hay que dar algo a cambio”.



Así es como Ed y Al comienzan su viaje para recuperar sus cuerpos, en sus aventuras se encontraran con fuertes enemigos y carismáticos aliados, risas, lágrimas, dilemas morales y dolorosas lecciones de vida como decir adiós a un ser querido.



Y bajo esta premisa de esta exitosa serie que se cataloga como shōnen, yo me pregunto, hasta que punto el planteamiento y los componentes de FMA son para un público juvenil. A lo largo de la historia nos encontraremos con dilemas muy crudos como la amargura de la guerra, la conquista y exterminio de un país pobre a manos de un poderoso país de régimen militar, lecciones que no se aprenden hasta que no se sufre dolor, pasando por una personificación de los 7 pecados capitales, el racismo, y muchísimos otros valores que Hiromu Arakawa busca plasmar en su obra.


Por esto y más detalle que no quiero arruinar a la gente que no haya disfrutado de FMA aún, considero que no es shōnen o al menos no al 100% tiene muchísimos elemento típicos de seinen (manga dirigido a adultos). Y esto me recuerda a una charla a la que asistí el año pasado organizada por mis compañeros de blogeros David y Mariña quienes junto a José Andrés Santiago, autor de Manga del cuadro flotante a la viñeta japonesa y Emma Ríos, dibujante de Marvel Comics. Entre muchos puntos a tratar, llegaron a una conclusión y es que hoy en día se están combinando tantos géneros que en un futuro las etiquetas perderán el sentido.



Y creo que este es uno de los casos con los que me pasa, la etiqueta de shōnen le queda pequeña y la seinen un poco grande.

Sin más estaros atentos a las próximas entregas, no quería desperdiciar la oportunidad de rendile culto a una serie que llevo leyendo desde hace más de 3 años y que hoy llega a su final.